Pues bien, comencemos por el principio. Tenía entre 10 y 12 años cuando veía programas de concursos en la tele. Casi siempre me desesperaba la lentitud de los concursantes y contestaba antes que ellos. Sí, era el típico ratoncito de biblioteca, que había aprendido a leer y escribir solo a los cinco años de edad y que devoraba libros como hoy devoro latas de atún. Y en aquél entonces me decía "si yo fuera a uno de esos programas de concurso, ganaría". Y así fue. En Febrero de 2006 concursé en El Rival Más Débil y gané. Me reí mucho durante el programa, sudé, me puse nervioso, pero estaba seguro de que si había ido a eses estudio, era a ganar. Porque creía.
Más ese no es un hecho aislado. También estaba seguro de querer ser ingeniero químico a los 14 años, cuando mis padres creían que me inclinaría por la literatura, el diseño o el arte en general. Soy Ingeniero Químico (y me sigue gustando la danza, la literatura y el arte en general). También soñé que conseguiría una beca para estudiar en la Universidad que quería y así fue. Más aún, un día me puse a pensar en lo diferente que era mi mundo del mundo del lujo y de la moda y pensé que me gustaría trabajar algún día en ese mundo. Lo más curioso es que sin siquiera buscarlo, terminé trabajando para Moët Hennessy durante dos años. Y la lista podría seguir y seguir y llegar incluso hasta la creación de este blog y Todos los besos. Evidentemente, esto no me pasa sólo a mí. Todos deben tener ejemplos similares por ahí. Es sencillo entender que hablo de que no es tan difícil convertir en realidad lo que soñamos, imaginamos o deseamos.Sin embargo, mi punto va un poco más allá. En su post en Recolectivo, Beto se burlaba mucho de una tendencia de meditación hawaiana, llamada Ho'Oponono. Yo también me reiría mucho de esa tendencia si no entendiera bien de que habla. En alguna parte de su texto, Beto reduce al absurdo el precepto básico de que tenemos el poder de crear y modificar todo lo que sucede en nuestra vida. Pone el ejemplo de una mujer golpeada y de un niño raptado para ser soldado en Uganda. Sin embargo pasa por alto un punto: en esos casos a las personas les ha sido quitada la posibilidad de elegir. Sin embargo, todavía les queda una: la posibilidad de elegir como sentirse al respecto. SIEMPRE nos queda la libertad de elegir como nos sentimos. TODO en esta vida va acompañado de un proceso de elección. Y al final, si nos es quitado todo, nuestra mente sigue siendo libre. Suena cursi, pero es todo lo contrario. Cientos de miles de personas en los campos de concentración durante la Segunda Guerra estaban muertos mucho antes de dejar de respirar. sin embargo, algunos cientos o miles eligieron no morir en vida. Los testimonios sobran.
Pues bien, de eso hablan las tradiciones y las escuelas místicas de todo el mundo. Desde el budismo hasta los toltecas, pasando por los hawaiianos, por lo que veo. Por supuesto que no somos responsables de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, pero SÍ podemos modificar lo que es parte de nosotros. No sólo lo creo, lo he vivido. Y he visto a una coreógrafa que ni bailarina era conseguir unos contratos de miles porque se cree su cuento y conocí a un modelo que no hablaba una palabra de inglés y triunfó en Estados Unidos porque se creía su cuento.Siempre me he sentido muy afortunado, pero hoy además creo en la fuerza de los sueños (aunque suene a capítulo de los cariñositos). Porque aquello que he soñado y no se ha convertido en realidad, se bien que involucró el miedo a no lograrlo. Porque funciona igual para el otro lado. Por ejemplo: aunque la danza me apasiona, cuando estaba en la universidad creía que nunca podría vivir de la danza. Tan convencido estaba, que dejé de estudiar y me seguí por el lado de la Ingeniería. Y se cumplió que no fuera bailarín, porque así lo creí. Ni pedo, o gana el sueño o gana el miedo, pero siempre ganará aquello en lo que más creas.
Puede que no todas las cosas salgan como las has planeado, pero siempre serás libre de elegir como sentirte al respecto. Puedes insistir e insistir hasta lograrlo, puedes dejar que los malos momentos se te resbalen o puedes darte por vencido. En cualquier caso, será tu elección. Y tu cuento será tan rosa, verde o rojo como creas que es. En el mío, hay pequeños finales felices casi todos los días. Y ya se me ocurrió que quiero trabajar para Pixar. Ya veremos en que acabo.






2. La vida de George Hogg es un buen ejemplo de aprender del diferente, algo de lo que no he escrito en este blog.
¡Zas culero! ¡Transferencia de masa! Suena a Star Trek, pa' los que no conocen. Pero no, vivimos con los fenómenos de transporte a diario: se han dado cuenta de que a veces dejan un vaso con poquita agua y después de unas horas está seco? El agua no se evaporó porque hirviera, pasó del vaso al ambiente que estaba más seco, por diferencia de concentraciones (esto se llama gradiente).
Aprende del diferente. Háblale a la gorda que no toleras porque crees que no le importa su cuerpo, seguro tiene algo que contar. Convive un día al mes con alguien que no sea de tu círculo cercano, seguro ambos tienen algo que ofrecerse. Escucha con paciencia a tu abuela o abuelo la próxima vez que te regañe o te de un punto de vista diferente al tuyo (te lo juro, no llegó a esa edad de a gratis). No es tan difícil y de hecho es divertido. Aprendiendo del diferente, haciendo nuestras sus experiencias, es como crecemos, como se nutre la sociedad y como evolucionan las civilizaciones. Es una de las claves para la paz.
