3.12.2008

Todos somos vírgenes

No ha existido un clamor popular porque se desvele el motivo del nombre de este blog. Sin embargo, hay suficientes cuestionamientos al respecto y he aquí la respuesta.

Todos hemos pretendido alguna vez ser lo que no somos. Todos, hasta los seres más puros, han tenido que aparentar, fingir, crear una historia sobre si mismos. Puede que sea una elección o sea circunstancial, pero es y será así porque requerimos adaptarnos, encajar, conseguir algo. Pero hay algunos círculos, algunas maneras de proceder que van más allá. A esos círculos pertenecen las vírgenes imaginarias. Puede que existan más vírgenes imaginarias en algunos medios que en otros, pero al final están presentes en todos los círculos sociales que conozco. Hay vírgenes imaginarias tanto en las sociedades conservadoras como en los ámbitos más progresistas.


Para ser una virgen imaginaria se requiere contar con algo de pudor, mala memoria y la intención de que los demás nos perciban como un modelo de virtud o por lo menos, que no nos perciban como un modelo de vicio. Podemos fingir sorpresa o repulsión cuando alguien nos muestra fotos de prácticas sexuales poco comunes y decir sin pensarlo mucho frases como “¿Cómo hacen eso?” o “¡Qué asco!” cuando a) Nosotros lo hacemos mejor y con más entusiasmo que el individuo de la foto o b) No lo hemos hecho nunca, pero está en nuestros planes intentarlo.

El componente de la mala memoria es poderoso también. Hace unos meses, en una reunión, un tipo hablaba de sus aventuras de cama y un amigo mío supuestamente escandalizado le decía al susodicho que le parecía increíble que hubiera estado con tantos hombres. Después de unos minutos de estadísticas compartidas, llegamos a la conclusión de que el amigo escandalizado se había acostado con el doble de personas. Evidentemente no lo aceptó del todo, pero evitó emitir comentarios al respecto el resto de la reunión.

Está también el efecto Pureza. Éste tiene múltiples variaciones como Pureza Estadística, Pureza Comparativa y la muy socorrida Pureza de la Mañana Siguiente. Un diálogo relativamente común ilustra la Pureza Estadística:
- Creo que ya me quedé a vestir santos.
- ¿Tú? ¿De verdad no has tenido nada que ver con nadie?
- Noooooo, hace mucho que no.
- Mmm, recuerdo que me dijiste que te acostaste con un tipo hace dos semanas.
- Aaah, si! Pero ése no cuenta, fue un rapidín y fuera de eso no he tenido nada EN DOS MESES.

Pasando a la Pureza Comparativa, un excelente ejemplo es el siguiente comentario: “Bueno yo si he tenido que ver como con más de 15 personas en el último año. Pero estamos hablando de Perejildo y él se ha revolcado como con 100!”.

Finalmente, y tomando en cuenta el requisito de la mala memoria, nos queda la Pureza de la Mañana Siguiente. Una amiga mía era un claro ejemplo de ésta variedad (espero que no siga siéndolo) cuando era soltera. La mujer llegaba al antro, se tomaba unas cervezas y a la media hora ya estaba besándose con alguien. El individuo en cuestión era reemplazado una hora después por otro con mayores atractivos (a los ojos alcoholizados de mi amiga) y ése probablemente sería reemplazado por uno más. Al final, decidía irse sola a casa y a la mañana siguiente no recordaba nada, con excepción de que se había tomado unas copas y se había comportado “a la altura”. Bueno, pues depende de a que altura se refería. Eso si no podía faltar su crítica hacia el comportamiento lascivo de los miembros del grupo. En mi rancho les dicen calientahuevos, pero en este blog preferimos decirle Síndrome de Pureza de la Mañana Siguiente.

Por todo lo anterior, dedico este blog a todas las vírgenes imaginarias, jóvenes o viejas, asumidas o negadas, orgullosas de si o arrepentidas, liberales o conservadoras. No importa su opinión, filiación o historia. A fin de cuentas, tenemos algo en común.