8.15.2016

¿Por qué hago multinivel?

La mayoría de los que hacemos multinivel lo hacemos más por amor a nuestros ideales y por contribuir a hacer del mundo un mejor lugar que por dinero

Hace un par de semanas, uno de mis amigos me decía “Gus, me pareces una persona muy inteligente y admiro tu capacidad para comunicarte con los demás,  pero siempre me he preguntado...qué haces metido en un multinivel?” Sonreí y me quedé pensando. Y la respuesta que le di se parece mucho a esto que vas a leer.

¿Por qué hacemos esto que hacemos? ¿Por qué dedicamos en promedio 18 horas a la semana a un negocio que al 80% de los involucrados les genera menos de $ 3,500 al mes? ¿Qué sentido tiene soportar decenas o cientos de “no” y la burla constante de amigos, familiares o hasta la pareja? ¿Qué nos hace estar dispuestos a llegar tarde por la noche a nuestras casas y mañana hacerlo de nuevo? Basta con que cualquier persona lo fea desde fuera para que se de cuenta de que debe existir una razón muy poderosa para que un ser humano esté dispuesto a ese nivel de desgaste físico o emocional a cambio de una recompensa económica (en promedio, insisto) tan pequeña. ¿Qué es ese algo tan poderoso que nos mantiene aquí? Para mí, se resume en dos palabra: CONEXIÓN y POSIBILIDADES.


Podría darte una explicación detallada de por qué este modelo de negocios llena las seis necesidades humanas básicas, pero esa no es la intención de este artículo. Hablo de conexión, porque en un mundo cada vez más desconectado por la tecnología que se suponía nos acercaría, conectar a nivel profundo con otro ser humano es casi un lujo. Y esto que hago me ha permitido conocer a detalle los sueños, los placeres y los miedos de decenas de personas, algo que habría sido muy complicado en un empleo o un negocio tradicional. Pero más aún, este negocio me ha llevado a comprometerme con los sueños de todos ellos. Y no es un compromiso superficial. Este negocio, cuando lo haces  bien, genera vínculos de por vida con las personas de tu equipo y te conviertes entonces en una especie de guardián de sus sueños. Porque cuando llegamos aquí, poco a poco o en un instante nos damos cuenta de que este es un entorno seguro para soñar y que hay más personas como nosotros y que están dispuestos a hacer lo que sea necesario para devolvernos la fe en las personas, en nuestros proyectos y en nosotros mismos. Porque podemos mirar al otro a los ojos y decirle “Confío en ti y creo en tus sueños, vamos a trabajar por ellos”.Eso es conexión.



El tema de las posibilidades tiene que ver con algo más profundo, con lo que le da sentido a la existencia de cada uno. Porque el sentido mismo de la vida para mí es experimentar tantas cosas com pueda, para incrementar mi nivel de conciencia. Y este negocio, si algo te da, son posibilidades. Algunas de ellas son resultado de los altísimos ingresos que puedes generar en estos proyectos, como salir de deudas, viajar o comprar la casa que siempre quisiste. Pero hay algo más que hacer multinivel te recuerda a diario, algo que resuena muy fuerte dentro de nosotros. Y ese algo es el recordar, el ponerse en contacto con algo que conocemos bien cuando somos niños: que las posibilidades son infinitas. Cuando una actividad nos da certeza de que el mundo está lleno de oportunidades y que podamos lograr y ser lo que queramos, es natural que sigamos realizando esa actividad.
Por eso hago lo que hago. Por eso llego, igual que miles de nosotros, mojado, tarde o muerto de cansancio a casa, con la única recompensa de haber logrado que un chico se sienta seguro de que va a ser un gran director de cine. Porque cada “no” me acerca más a la posibilidad de que una mujer cambie la vida de todas las mujeres de su comunidad. Porque ni mil burlas pesan más que la oportunidad de ayudar a un hombre que sufrió acoso y maltrato a convertirse en un líder amoroso, que recuperó su fe en la humanidad. ¿Suena romántico? Sí. ¿Idealista? Necesariamente. Porque creemos que podemos hacer una diferencia y lo comprobamos a diario, con hechos. Porque sentimos, igual que alguna vez has sentido tú, que el mundo puede ser un lugar mejor. Porque sabemos que es posible.

4.11.2015

Comparte tus dones

Tal vez, sólo tal vez, la única manera de comenzar a hacer algo por mucho tiempo olvidado es vernos orillados a ello por nuestras obsesiones comunes. Y es una de esas obsesiones comunes, una admiración añeja, una conexión antigua la que me regresó hoy a este espacio.

Fui a ver a Eugenia León hoy a su concierto en el monumento a la revolución. Fui gracias a que Bocas, a quien no veía desde hace tiempo, me envió un mensaje preguntándome si iría a verla. Llegamos, cosas de la fortuna, justo a tiempo: Bocas había confundido el horario y aparentemente estábamos llegando una hora antes "para tener buen lugar" y el concierto tenía un par de minutos de haber comenzado.

El resto fue Eugenia. Si la has escuchado en vivo entiendes perfectamente a que me refiero. Si no lo has hecho y vives en México, te has perdido una de las grandes ventajas culturales de vivir en este país. Todo habría continuado como otra gran concierto de Eugenia, si no me encontrara en el momento de reconexión en el que me encuentro. Cerca del final del concierto, Eugenia comenzó a cantar "La Paloma" con una letra modificada de acuerdo a su costumbre. En esta ocasión, la letra hablaba del despertar de nuestra conciencia colectiva, de nuestros dolores contemporáneos y de los que podrían ser nuestros compromisos. Y Eugenia se conectó con las alrededor de 5,000 almas que estábamos ahí y su apasionado "¡Viva México!" resonó en todos. Y escuché claramente una voz que me decía "Eso es lo que tú quieres, eso es para lo que estás aquí: para ayudar a crear un mundo y un país mejor." Y me quedó clara la razón por la que Eugenia conectaba con todos nosotros (y tengo a mis lágrimas de testigos). Me quedó claro que esa mujer en el escenario nos hacía aplaudir porque tiene certeza absoluta sobre lo que canta, porque se convierte en su voz y esa voz toca a la de cada uno de nosotros.

Pero cuando la vida quiere recordarte algo no se anda con miramientos y se asegura de que el mensaje te quede claro. La penúltima canción del concierto, después del típico grito de "¡Otra, otra!" fue La bruja. Quienes bien me conocen saben de la importancia de esta canción en mi vida y su presencia a lo largo de ella desde que tenía cinco años. En algún momento, Bocas me sacó de mi inmersión en la canción y me dijo "Mira". Volteé a mi derecha y la vi: bajita y morena, apoyada en un bastón y cubierta por un impermeable, cantaba con toda emoción la canción. Con verla se sabía que era de esas personas con pocas posesiones materiales y también era imposible no saber que estaba disfrutando la experiencia en lo más profundo de su ser. Supe también que mis ojos no tienen la fuerza como para contener lágrimas que salen de veneros tan profundos. El mensaje había sido recibido.

Eugenia estaba haciendo una sola cosa: compartir su don único. Y haciéndolo sin siquiera pensar en el resultado, había tocado los corazones de miles (y de paso me había recordado lo que de verdad quiero hacer con mi vida). No sé si ya lo conoces, no sé si lo estás descubriendo o si te vaya a tomar una vida reencontrarte con él, pero tu vida tendrá sentido cuando encuentres tu don único y lo compartas con los demás. No te permitas pensar ni por un instante que no eres especial y que no tienes nada nuevo que darle al Universo. La Naturaleza no desperdicia energía y estás aquí para cumplir una misión que nadie más puede cumplir. No hay piezas de sobra en esta sofisticada maquinaria que llamamos vida. Vive cada día buscando y expresando tus dones y compártelos. Cuando lo hayas hecho, tus más locos sueños comenzarán a cumplirse y seguramente, sin saberlo, harás que la tarde de alguien que no conoces haya valido la pena. Y podrás estar seguro de que, en alguna parte, alguien sonríe gracias a ti. Y estarás completo.

Gracias siempre, Eugenia.


Namasté.

9.13.2013

De Maestros y Tristezas

A mis padres

Era un día templado de finales de Enero de 1998 en el pueblo del Tigre en la Higuera. En el salón principal de la asociación ganadera del lugar había seguramente más de trescientas personas. Se escuchaba el murmullo que precede a algo importante. En algún momento, seguramente acomodando cosas para el festejo que estaba comenzar, quedé del lado opuesto a la entrada del enorme salón. Entonces la vimos llegar. Pequeña, un poco encorvada y apoyada en su andadera de aluminio. En cuanto nos percatamos de su presencia, los más de trescientos asistentes comenzamos a aplaudir casi al unísono. Ella seguramente no esperaba tal reacción y, en lo que recuerdo como una de las muestras de humildad y dignidad más grandes, recorrió todo el largo salón lentamente, paso a paso, apoyada en su andadera y sonriendo, con los ojos húmedos y haciendo gestos de saludo a todos. Se veía pequeñita enmedio del salón tan grande, con su paso lento, pero firme. El aplauso siguió y siguió y se detuvo hasta que llegó al lugar que habían destinado para ella, quien era mi abuela y estaba cumpliendo noventa años. Así la festejaban los habitantes de su pueblo. Había sido su maestra.

El recuerdo llegó a mi mente con fuerza hoy al ver las imágenes del ejército y la policía mexicanos desalojando a los maestros que estaban en plantón en el Zócalo de la Ciudad de México. Pero no llegó solo. Lo acompañaron imágenes de mis padres llegando cansados a casa después de dar clase durante casi todo el día en diferentes escuelas; de mi mamá con los pies hinchados por estar casi todo el día de pie y de mi papá con el estómago ardiendo por no haber tenido tiempo para comer entre clase y clase, dirigiendo una escuela o creando una en una comunidad rural; de mi abuelo en cama recibiendo visitas y visitas de adultos que hablaban con agradecimiento siempre, refiriéndose a él como "maestro". Porque aprendí desde muy pequeño que educar era un privilegio y un compromiso, que era parte de algo más grande que tú.

Crecí rodeado de maestros. No sólo mis papás y abuelos, sino varios de mis tíos lo fueron - y por vocación, en la mayoría de los casos. Varios de los momentos más felices de mi infancia y adolescencia y varios de los más decisivos de mi vida fueron provocados o acompañados por algún maestro. Fue una maestra quien creyó en mí antes de que yo mismo lo hiciera, otra quien trajo la danza a mi vida y uno más el que provocó que me decidiera a escribir, sin lo cual este blog no existiría. Para mí nunca fue ajena la pasión por educar, la razón de tomar algo de ti todos los días y dejarlo en un salón de clases. Porque dar siempre tomará algo de ti.

Ahora creo poco en el sistema educativo. Entiendo bien que forma parte de un sistema de control de masas creado para otra época, que es obsoleto y a quien menos beneficia es a quienes imparten y reciben esa llamada educación. Pero lo que sé bien es que estos maestros de los que hablo iban mucho más allá de lo que les dictaba el sistema. Estos maestros enseñaban a sus alumnos a pensar por sí mismos, a cuestionar y cuestionarse, a crear, a sentir. Ser maestro para ellos era compartir vida.

Por todo esto una parte de mí llora poquito al ver a mi país dividido en ideas y en actitudes ante las manifestaciones de los maestros en el país. Porque el tema verdaderamente importante hace mucho, mucho que se perdió de vista. Los maestros de la CNTE están peleando su reforma laboral y por supuesto que su lucha es válida. ¿Qué harías tú si eres empleado y un buen día te dicen que aquéllo por lo que trabajaste ya no es, que cambió para empeorar? Para el gobierno del país tampoco importa el compromiso, la creación y el cuestionamiento a las ideas. Les interesa mantener funcionando al sistema de control de masas. El sistema requiere mano de obra amaestrada para mantenerse, así de simple. No es para escandalizarse, porque así funciona para prácticamente todos los países del mundo, aunque ya nadie recuerde como y por qué se creó.

Pero los verdaderos problemas no son la postura del gobierno o la de los maestros. Los verdaderos problemas son nuestra indiferencia, nuestra inmovilidad, nuestro conformismo. O lo son la indiferencia, inmovilidad y conformismo de la mayoría. Porque les preocupa llegar temprano a trabajar, esto es, seguir siendo parte del sistema. O mantener sus prestaciones, entiéndase mantenerse como parte del sistema. Un sistema que de tan podrido, cuesta entender que esté vivo. Un sistema zombi, mantenido por zombis, que crea zombis.

Prefiero, claro está, a los que levantan su voz contra el sistema que a los que levantan la voz contra los maestros. Pero en ambos casos, lo importante en realidad sería convertir las silenciosas revoluciones individuales en silenciosas acciones diarias para educar, para compartir, para crear. Porque no puedes vivir fuera del sistema, pero puedes crear un mundo diferente dentro de él, un bunker contra zombis. Un bunker reforzado a diario con acciones pequeñitas, con cuestionamientos, con la búsqueda de puntos de vista diferentes a los nuestros, con la creación de un negocio, una idea o un sistema propio. Así me lo dijo mi maestro de literatura en la universidad: "Escribiendo puedes cambiar más cosas que terminando tu tesis.". Y aún lo creo.

1.30.2013

Carta para Andrea

Hola Andrea,

Bienvenida a este plano de existencia. Sé bien que has elegido venir aquí en este tiempo con un propósito que sólo tú conoces y también sé que a estas alturas ya lo habrás olvidado. Soy Gustavo, hermano de tu mamá y con el tiempo elegirás decirme Tío Gus, Gus o algo que suene bien para ti.

Sonaría demasiado pretencioso en esta carta de bienvenida decirte que voy a darte consejos. Lo que quiero escribirte son palabras que te ayudarán a recordar, con el tiempo, cosas que ya sabes. Regresa a esta carta cuantas veces quieras porque, al pasar los años, algunas de las cosas que aquí escribo serán más claras y otras irán perdiendo poco a poco sentido.

Antes de comenzar, quiero que siempre tengas muy presente que eres la única dueña de tus emociones y que tienes un enorme poder: el de elegir como sentirte. Eres libre para pensar, sentir y crear y absolutamente nadie puede quitarte eso.

Los que estamos más cerquita de ti nos sentimos felices y afortunados de compartir este tiempo y espacio contigo. Aún así, no nos hagas mucho caso. Lo que podemos explicarte del mundo es solamente el resultado de nuestra percepción y experiencia y tú tendrás que crear la tuya. Sin embargo, es importante que sepas que siempre podrás volver a nosotros. Cuando tengas miedo, dudas, alegrías o dificultades, estaremos para ti. Siempre.

Comenzarás a reír muy pronto. Una vez que lo descubras., no dejes de hacerlo nunca, por lo menos una vez por día. Es un poder enorme y para el que ríe, pocas cosas serán difíciles. Sé curiosa. No te detengas cuando se trate de explorar, tocar, sentir, oler o probar. Ensúciate todo lo que sea necesario, juega todo lo que quieras, mójate siempre que sientas ganas y explora tu mundo, el cercano y el lejano. Tu cuerpo te fue dado para experimentar y no hacerlo es el peor de los desperdicios.

Una vez que comiences a preguntarte, no dejes de hacerlo. Pero no preguntes porque sí, pregunta para recordar. Todo lo que necesitas saber para vivir en este plano ya lo sabes, lo irás recordando poco a poco. Por ello, no cuestiones a los demás, sólo haz las preguntas y luego escucha con atención. Siempre habrá una voz dentro de ti que te dará las respuestas que necesitas.

Respeta todas las formas de vida, observa y aprende de ellas, todas tienen algo que enseñarte sobre ti misma. Aprende a escuchar con atención sus sonidos: el viento, el agua que corre, las aves, los insectos y el latido de tu corazón. Todos ellos tienen más que decirte que lo que podamos decirte los de afuera.

Crecerás y lo nuevo se convertirá en cotidiano, pero procura ver siempre las cosas como la primera vez que las viste y asómbrate, asómbrate y agradece por cada respiro, por cada mirada, por cada alimento y cada caricia. Agradecer te hará más feliz, más completa, más humana.

Aprende a respirar profunda y pausadamente desde pequeña. Siente el aire entrar por tu nariz y el cosquilleo de la vida llenar tus pulmones. Con el tiempo te hará falta regresar a este ritmo y te dará gusto recordar la paz que se siente al hacerlo.

Del amor ya sabes todo, pero aprenderás a darle los nombre que le damos los que ya estamos aquí. Ten siempre presente que nadie es tuyo y no eres de nadie, sólo compartimos tiempo y espacio libremente. Expresa tu amor profundamente siempre que sientas las ganas de hacerlo, nunca te lo guardes. Las emociones que se guardan, como el agua que se estanca, se echa a perder (ya aprenderás de esto, pero quise darte un adelanto).

Baila y canta. Mucho, a diario y estés donde estés. Bailar y cantar es dejar que tu cuerpo platique con el Universo y si pones atención cuando lo haces, encontrarás que tu mundo te hace guiños a cada instante.

Conforme crezcas y aprendas más cosas, levántate siempre preguntándote "¿Qué cosa nueva puedo hacer hoy?" y busca alguna. Si haciendo algo nuevo además puedes ayudar a alguna persona, quien quiera que sea, tu día habrá valido la pena. Somos invitados a la fiesta de la vida y los buenos invitados siempre preguntan que más pueden llevar a la fiesta.

Hay tres cosas que entre más pronto te ocurran, mejor: equivocarte, enamorarte y perdonar. Seguro la primera con la que te toparás será equivocarte y si recordaste muy bien lo que es amar, es probable que no tengas que perdonar.

Regresando al equivocarse, es la única manera de aprender. No permitas que nadie te quiera hacer creer que equivocarse está mal. Conocerás un mundo de maravillas: aviones, computadoras, televisores, teléfonos...y todas esas cosas maravillosas son el resultado de miles de equivocaciones. Entre más rápido te equivoques, mejor, porque aprenderás más rápido a solucionar problemas.

Sobre enamorarte, sólo puedo decirte que ocurrirá y te pondrá emocionada y nerviosa y te aterrorizará al mismo tiempo. Cuando ocurra, recuerda que veniste a la vida a experimentar, respira profundo y experiméntalo a fondo. Lo que ocurra después es irrelevante, disfrútalo como la primera vez que te mojes. Y recuerda algo: todo lo que necesitas ya lo tienes.

Y el perdón...el perdón está hecho del mismo amor con el que veniste. Sólo que en este planeta olvidamos ese amor por todos los seres con frecuencia y entonces, algún día, sentimos que alguien fue injusto, que alguien dejó de amarnos o nos hizo daño. Si un día llegas a pasar por ahí, sólo tienes que recordar que tú y el otro no están separados: son dos partes de la misma cosa. Agradece por tenerlo en tu vida y dale un abrazo, un beso o una palabra cariñosa y deja que la paz los una de nuevo. (Ah, no es fácil, pero es tan poderoso como reír).

Te preguntarás alguna vez si eres bonita. Puedo anticiparte algo: eres perfecta. No hay más que saber, no hay más que decir. Y así como tú lo eres, todos alrededor lo son, cada uno a su manera. Eres perfecta porque estás viva y la vida es belleza.

Después de todo, el tiempo siempre seguirá pasando. Crecerás, irás a la escuela, tu cuerpo cambiará, te enamorarás, elegirás una profesión o algo a que dedicarte y aceptarás responsabilidades (nadie sabe bien que es eso, pero así les decimos). Lo que sea a lo que te dediques, que sea algo por lo que puedas mantenerte despierta y te llene de alegría. Te será fácil reconocerlo, te lo aseguro. Una vez que lo sientas, sigue haciéndolo sin titubear.

Después de un buen tiempo, si así lo decides, tendrás hijos. Y sentirás de nuevo la emoción y el terror como cuando te enamoraste (no será la misma, pero son emociones) y querrás crear el mejor de los mundos para el nuevo invitado. Entonces te sugiero que vuelvas a esta carta. No es porque tenga todas las respuestas, es sólo que, seguramente, recordarás algunas de las tuyas y querrás compartirlas, libremente, con amor, con aquél o aquélla al que llamarás hijo o hija. Y si no, regresa un día a estas palabras. Lo que de aquí te haya servido ya no será mío, será tuyo. Y cada quien habrá cumplido su parte, querida mía.

Te amo.

7.01.2012

La Última Noche

Escribo esto en los últimos minutos del día treinta de Junio. Si tuviese otro fin además del de volverme palabra, podría pensarse que muy tarde o demasiado temprano. Más la razón que me mueve es esta sensación que no sale de mi pecho desde hace un par de días y que seguramente está ligada a la de millones de habitantes de mi país.

El día de mañana se realizará la elección para Presidente de la República, diputados, senadores y demás fauna política. Pero el ente consciente de sí mismo al que llamamos México realizará una elección mucho más importante mañana (y los días que sigan a mañana). Independientemente del resultado electoral, ese ser decidirá si quiere amanecer un día más siendo el que ha sido o decidido con valor a convertirse en el que puede ser.

Esta noche la mayoría iremos a dormir. Cómodamente los unos, donde se pueda los otros; solos o acompañados, cobijados por nuestros sueños o apenas cubiertos por nuestras esperanzas. Seamos candidatos que hicimos los últimos acuerdos para llegar al poder o ciudadanos que no entendemos al mismo,   norteños, empresarios, chilangos, tarahumaras, tapatíos, mayas, estudiantes, ruidosos o silenciosos, la mayoría iremos a dormir. Cada uno con su historia, cada cual con su verdad.

Será mañana, como todas las mañanas del mundo, cuando despertemos de nuevo a esta experiencia vital, que tendremos la grandiosa oportunidad de cada día: la de comenzar de nuevo. Porque despertar a un nuevo día no es muy diferente a nacer. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. La pregunta importante a hacernos será "¿Voy a hacerlo igual?". Porque estos últimos meses nos dimos la oportunidad de mirarnos en el espejo de nuestra consciencia. Por supuesto, lo que vimos nos entusiasmó, nos motivó, nos permitió vernos reflejados en el otro después de muchos, muchos años de evadir la mirada. Y creímos en un cambio, urgente, reprimido, casi inminente.

Es momento de entender, entonces, que ese cambio tan a flor de país, tan perceptible en el aire, la lluvia y los susurros de estos días es exactamente el mismo al que tenemos acceso todas las mañanas. Los cambios son la constante para la que estamos diseñados como seres. No es necesario que jóvenes llenos de pasión y de memoria nos lo recuerden. No es necesario ver lo que asumimos como desigualdad para buscarlos. No necesitamos una elección para generarlos. Sin embargo, si la fuerza de ese ser formado por todos nos ha ayudado a definir con más claridad que queremos y que no queremos, es nuestra obligación aprovecharla para elegir mañana una realidad diferente.

No importará el resultado, importará lo que hagamos con él. Si hemos vivido a fondo el sueño de cambio, más nos vale despertar al cambio. Si hemos defendido nuestras ideas, más nos vale convertirlas en acciones. Debería quedarte claro que los cambios no vienen de los gobernantes, sino de cada uno de nosotros.

Esta puede ser verdaderamente la última noche del México que conoces. Ahora sólo falta que elijas en qué México quieres despertar.

4.12.2012

Primavera que en una esquina brota

Ocurre en un parpadeo. Con precisión despiertan y nos despiertan una mañana con pequeñas explosiones de morado donde hubo gris por varios meses. Viviendo su parte en el ciclo eterno se brindan sin modestia, frescas y serenas, celebrando una vez más el triunfo de la vida.

Nosotros, los de acá, poco entendemos de estar enraizados, de penetrar profundo en la Tierra y sentir savia corriendo por decenas de brazos que se estiran para sentir el Sol, de respirar del aire lo que los otros han exhalado. Olvidamos pronto lo que es ser uno con tierra, agua y aire. Pero ellas nos lo recuerdan a su muy colorida y jacarandosa manera. No son las únicas, pero para los que vivimos del lado de arriba del concreto, son las más notorias.

La fiesta dura unas semanas; las suficientes para que les dediquemos fotografías, sonrisas y palabras, las precisas para que ellas cumplan su parte y persistan, besando al viento con sus mil labios morados. Cerca del final, si somos afortunados, el viento ayudará a que caiga sobre nosotros una suave lluvia de flores. Tal vez sólo nos parezca bello. Tal vez entendamos que no necesitamos nada más y por un instante veamos el mundo de otro color. Morado, quizás.

2.25.2012

Como un documento inalterable...

Fito casi siempre tiene razón. Al menos la tiene siempre cuando escribe. Y aunque no comparta siempre su visión (lo cual es bueno) siempre me cala, me llama, me identifica.

Y es la frase de Páez la que me devuelve a escribir, porque si algo tengo para ofrecer aquí, son palabras. Porque las últimas han sido semanas de intenso descubrimiento, de entender, de buscar solo ser. Y para entender (para entenderse) hay que brindarse completito, quedarse vacío de ideas y volverse acción. Y colaborar con tu fin superior, con tu verdadero propósito y si no lo conoces, callar tu mente y sentirlo. Y ofrecer el corazón.

Creo (y creo que lo mencioné alguna vez) que una de las claves del desarrollo y la prosperidad es vivir com la actitud de invitado acomedido: así como esos invitados llegan a la fiesta y preguntan "Te ayudo con algo? Qué te hace falta?". De la misma manera el Universo nos puso aquí: para colaborar en la creación. No somos piezas terminadas, nada lo es. Entonces que mejor que preguntarle al orden superior "Qué hace falta? Qué más puedo hacer?"

Pensar así nos pone además en una postura infinitamente más poderosa: pasamos de ser producto de nuestras circunstancias a ser ayudantes de Dios, la vida, Yoda o de nuestro ser superior, como queramos verlo.

Pensando así comienzan a llegarnos ideas novedosas, comenzamos a ver oportunidades que no veíamos, comenzamos a colaborar. Y el sol, el viento y los árboles sonríen. Viviendo así comenzamos a recordar quienes somos de verdad. Como Fito. Como Betsy y Cecilia, quienes me inspiraron desde el iPhone. Estoy de vuelta.

9.18.2011

Todo gran poder...

He escrito en un par de ocasiones que Spider Man es mi superheroe favorito. Y hoy, sentado en una sala de espera del Aeropuerto de Salt Lake City, confirmo el porqué. Nuevamente es un viaje lo que genera un artículo del blog y un cambio importante en mi vida. Nuevamente es un viaje lo que me pone de frente a mis sueños y me reta.

Hoy voy de regreso a Phoenix y de ahí a México. Pero no será un regreso habitual. El motivo por el cual estuve casi una semana en Salt Lake fue asistir a la convención anual de una de las dos empresas de las que soy socio. Y fue ayer por la tarde que la filosofía de Spider Man se encontró de nuevo conmigo, cerca del cierre de la convención, cuando suficientes ideas y emociones coincidieron en un punto que me dio la claridad suficiente para recordar que TODO GRAN PODER TRAE CONSIGO UNA GRAN RESPONSABILIDAD.

Al estar reunido con casi 10,000 personas de más de 40 países que nos dedicamos a hacer lo mismo, ayudar a otros a mejorar sus vidas, confirmé una vez más el poder de nuestros pensamientos y palabras. Pero por encima de ello, me di cuenta del enorme poder que tenemos cada uno de nosotros para cambiar vidas, a veces en maneras que ni siquiera imaginamos. Y aunque conocí historias de líderes increibles pude constatar, igual que Peter Parker, que aquellos que tienen un gran poder no son inmunes al fracaso, al sufrimiento o a las preocupaciones. Lo que hace diferentes a estos hombres y mujeres con súper poderes es que están dispuestos a servir. Lo que nos hace mejores es estar siempre dispuestos a servir, esa es la responsabilidad asociada a un gran poder.

Esto no es territorio de los cómics. El simple hecho de poseer información que otros no poseen y puede cambiar sus vidas te da poder. El hecho de contar con un cuerpo completo, un lugar donde vivir y comida en tu refrigerador te coloca en una posición ventajosa sobre aquéllos que no lo tienen. La pregunta ahora es: ¿Qué vas a hacer con tu poder? Porque ya trae consigo una responsabilidad, la enorme responsabilidad de compartirlo. ¿Estás dispuesto a compartir tu poder para cambiarle la vida a alguien? ¿Compartes tu tiempo, tu información, tus bendiciones con quienes tienes alrededor? Porque esta semana conocí a un chico con retraso mental y a su madre adoptiva de más de 70 años quienes se dedican a ayudar a otros con necesidades más apremiantes que las de ellos. Conocí a una anciana de 82 años que utiliza el dinero que gana en la empresa para apoyar a niños que no tienen comida y conocí varias historias más de líderes que se brindan en todo momento. Y descubrí que mi responsabilidad es más grande de lo que creía. Y decidí asumirla. Porque he presenciado como pequeños actos míos generan grandes cambios en las vidas de otros. Porque los que decidimos emprender, tenemos una responsabilidad más grande: la de crear abundancia para el mundo. No se trata sólo de crear empleos, pagar tus impuestos y ser muy trabajador. Se trata de cambiar el mundo para bien, con pequeñas acciones, un paso a la vez.

Si hoy aceptamos la responsabilidad que viene incluida con nuestros poderes, cualesquiera que estos sean, en poco tiempo el mundo puede convertirse en un mejor lugar para vivir. Analiza cuál es tu poder y utilízalo para mejorar una vida (sólo una) hoy mismo. Tal vez no lo sepas, pero todas las noches alguien se va a dormir pidiendo una solución que TÚ tienes. Decide hoy ser un superheroe para alguien más.

Namasté

8.06.2011

Un perro, los miedos y las metas

Hoy aprendí algo observando a Kabaí. Más que aprenderlo lo confirmé y confirmé que las leyes universales aplican a todo, las conozcamos o no.

Resulta que es mi día de chachez y subí a tender la ropa. Sí, no me lo puedo quitar. Ni cuando existía la Doña Angélica aquí en México ni con Dolores en California he dejado la maña. Supongo que está en mi ADN de chacha. Bueno, decía que subí a tender ropa y para llegar a la zona de jaulas de tendido hay que subir por escaleras de hierro, de ésas que tienen los peldaños hechos con rejillas. Como Kabaí le tiene pavor a esas rejillas porque sus patas son muy pequeñas, nunca ha llegado hasta la parte superior y siempre se queda abajo, olisqueando y observándome. Pero hoy decidí que iba a averiguar hasta donde llegaba mi perro, que además de bastante inteligente es persistente. Me senté en el cuarto escalón y comencé a llamarlo, animándolo a que subiera. Al principio lloriqueó un poco, pero comenzó a intentar subir. Se dió cuenta de que si ponía con cuidado las patas se podía sostener sobre las barras sin caerse. Subió el primer escalón, el segundo, el tercero y llegó hasta mí. Entonces me moví hacia atrás para que me siguiera. En ese momento se puso nervioso y saltó al piso, pero una de sus patas traseras se quedó atorada entre los espacios del escalón en el que estaba. Lo solté y revisé que no estuviera lastimado. Afortunadamente no le pasó nada, lo felicité y demás.

El incidente completo me hizo reflexionar sobre la manera en la que muchas personas enfrentan la vida o los problemas.
Primero: No existe un reto imposible de vencer. Si un problema aparece en tu camino, le tocaba estar ahí y tienes todas las herramientas para solucionarlo, ya que de otra manera, no se presentaría. Sólo tienes que verlo desde diferentes perspectivas y elegir la mejor manera de resolverlo.
Segundo: El miedo no es bueno ni malo, sólo es una herramienta de nuestro mecanismo de supervivencia. Lo importante es que seamos conscientes de que el hecho de que lo sintamos sólo implica que tenemos que poner atención a la situación que se nos presenta, para resolverla con la cabeza fría.
Tercero: Una vez que decidimos ir hacia nuestro objetivo, no podemos darnos el lujo de dudar. Porque es justo en el momento que dudamos cuando ocurre lo que temíamos. Mientras el perro no dudó, se acercó con paso seguro a su objetivo, pero cuando sintió miedo de nuevo, perdió el enfoque y se atoró la pata.

Por eso amo a mi perro, me cae. Al final yo seguí con lo mío y parece que a Kabaí lo agotó el stress:

Puedes ver la versión del mismo evento desde su visión empresarial aquí.

8.05.2011

Es hora

El tiempo se pasa volando, dicen. Creo que más bien nos ve pasar. Y somos nosotros los que pasamos volando, caminando lentamente o trotando por la vida. Pero, sin importar la velocidad de nuestro paso, en algún momento haremos un alto, observaremos a nuestro alrededor y volveremos, aunque sea por un instante, a lo que fuimos, a lo que nos hace lo que somos.

Pues héme de vuelta, justo en uno de esos momentos. No sé si haya todavía algún lector imaginario por aquí, pero sé que ha llegado el momento de compartir mucho más con quien esté dispuesto a recibirlo. Porque somos un todo y mi trabajo en los últimos meses ha sido nutrir ese todo con todos los medios a mi alcance. Y ahora sí, una vez en el camino de nutrir ese todo, aceptar una misión más grande que yo mismo.

Es hora de hacer nuestra parte para cambiar al mundo. Es hora de darlo todo, de no quedarnos con nada, de compartir, de entregar, de atender a nuestra guía interior. Es hora de crear, de aportar, de brindar nuestros talentos especiales a cualquiera que los necesite. No esperes nada de los gobiernos ni de las instituciones. La responsabilidad de dejar el mundo en mejores condiciones es completamente tuya y mía. Es hora de creer, de volver a soñar y de enseñar a tantas personas como podamos el camino hacia una realidad diferente, llena de riqueza y abundancia.

He elegido un camino menos transitado, con la certeza de que me permitirá crear un cambio en el mundo, un cambio que comienza por mi. He decidido hacer mi parte y las posibilidades son infinitas. La pregunta importante ahora es: ¿Qué harás tú?