Escribo esto en los últimos minutos del día treinta de Junio. Si tuviese otro fin además del de volverme palabra, podría pensarse que muy tarde o demasiado temprano. Más la razón que me mueve es esta sensación que no sale de mi pecho desde hace un par de días y que seguramente está ligada a la de millones de habitantes de mi país.
El día de mañana se realizará la elección para Presidente de la República, diputados, senadores y demás fauna política. Pero el ente consciente de sí mismo al que llamamos México realizará una elección mucho más importante mañana (y los días que sigan a mañana). Independientemente del resultado electoral, ese ser decidirá si quiere amanecer un día más siendo el que ha sido o decidido con valor a convertirse en el que puede ser.
Esta noche la mayoría iremos a dormir. Cómodamente los unos, donde se pueda los otros; solos o acompañados, cobijados por nuestros sueños o apenas cubiertos por nuestras esperanzas. Seamos candidatos que hicimos los últimos acuerdos para llegar al poder o ciudadanos que no entendemos al mismo, norteños, empresarios, chilangos, tarahumaras, tapatíos, mayas, estudiantes, ruidosos o silenciosos, la mayoría iremos a dormir. Cada uno con su historia, cada cual con su verdad.
Será mañana, como todas las mañanas del mundo, cuando despertemos de nuevo a esta experiencia vital, que tendremos la grandiosa oportunidad de cada día: la de comenzar de nuevo. Porque despertar a un nuevo día no es muy diferente a nacer. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. La pregunta importante a hacernos será "¿Voy a hacerlo igual?". Porque estos últimos meses nos dimos la oportunidad de mirarnos en el espejo de nuestra consciencia. Por supuesto, lo que vimos nos entusiasmó, nos motivó, nos permitió vernos reflejados en el otro después de muchos, muchos años de evadir la mirada. Y creímos en un cambio, urgente, reprimido, casi inminente.
Es momento de entender, entonces, que ese cambio tan a flor de país, tan perceptible en el aire, la lluvia y los susurros de estos días es exactamente el mismo al que tenemos acceso todas las mañanas. Los cambios son la constante para la que estamos diseñados como seres. No es necesario que jóvenes llenos de pasión y de memoria nos lo recuerden. No es necesario ver lo que asumimos como desigualdad para buscarlos. No necesitamos una elección para generarlos. Sin embargo, si la fuerza de ese ser formado por todos nos ha ayudado a definir con más claridad que queremos y que no queremos, es nuestra obligación aprovecharla para elegir mañana una realidad diferente.
No importará el resultado, importará lo que hagamos con él. Si hemos vivido a fondo el sueño de cambio, más nos vale despertar al cambio. Si hemos defendido nuestras ideas, más nos vale convertirlas en acciones. Debería quedarte claro que los cambios no vienen de los gobernantes, sino de cada uno de nosotros.
Esta puede ser verdaderamente la última noche del México que conoces. Ahora sólo falta que elijas en qué México quieres despertar.
2 comentarios:
Yo ni me he olvidado ni te he olvidado...
Llegué a mi casilla, cerrada todavía a las 9 de la mañana. Cuando salí estaba contento. Sabedor que mi tarea me dio una satisfacción que otras veces, luego de cruzar como se debe (en mi conciencia, con mi conciencia y con mis afanes por mañana y pasado y lo que haga falta, en pie)
Estamos. Seguimos. Seguiremos. Estaremos. Lluvia, temporal, sequía o planicies desbordadas.
Un abrazo
No, no te olvido. Y ya te dejé un mensaje en tu Google+
Publicar un comentario