El tiempo se pasa volando, dicen. Creo que más bien nos ve pasar. Y somos nosotros los que pasamos volando, caminando lentamente o trotando por la vida. Pero, sin importar la velocidad de nuestro paso, en algún momento haremos un alto, observaremos a nuestro alrededor y volveremos, aunque sea por un instante, a lo que fuimos, a lo que nos hace lo que somos.
Pues héme de vuelta, justo en uno de esos momentos. No sé si haya todavía algún lector imaginario por aquí, pero sé que ha llegado el momento de compartir mucho más con quien esté dispuesto a recibirlo. Porque somos un todo y mi trabajo en los últimos meses ha sido nutrir ese todo con todos los medios a mi alcance. Y ahora sí, una vez en el camino de nutrir ese todo, aceptar una misión más grande que yo mismo.
Es hora de hacer nuestra parte para cambiar al mundo. Es hora de darlo todo, de no quedarnos con nada, de compartir, de entregar, de atender a nuestra guía interior. Es hora de crear, de aportar, de brindar nuestros talentos especiales a cualquiera que los necesite. No esperes nada de los gobiernos ni de las instituciones. La responsabilidad de dejar el mundo en mejores condiciones es completamente tuya y mía. Es hora de creer, de volver a soñar y de enseñar a tantas personas como podamos el camino hacia una realidad diferente, llena de riqueza y abundancia.
He elegido un camino menos transitado, con la certeza de que me permitirá crear un cambio en el mundo, un cambio que comienza por mi. He decidido hacer mi parte y las posibilidades son infinitas. La pregunta importante ahora es: ¿Qué harás tú?
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