Fito casi siempre tiene razón. Al menos la tiene siempre cuando escribe. Y aunque no comparta siempre su visión (lo cual es bueno) siempre me cala, me llama, me identifica.
Y es la frase de Páez la que me devuelve a escribir, porque si algo tengo para ofrecer aquí, son palabras. Porque las últimas han sido semanas de intenso descubrimiento, de entender, de buscar solo ser. Y para entender (para entenderse) hay que brindarse completito, quedarse vacío de ideas y volverse acción. Y colaborar con tu fin superior, con tu verdadero propósito y si no lo conoces, callar tu mente y sentirlo. Y ofrecer el corazón.
Creo (y creo que lo mencioné alguna vez) que una de las claves del desarrollo y la prosperidad es vivir com la actitud de invitado acomedido: así como esos invitados llegan a la fiesta y preguntan "Te ayudo con algo? Qué te hace falta?". De la misma manera el Universo nos puso aquí: para colaborar en la creación. No somos piezas terminadas, nada lo es. Entonces que mejor que preguntarle al orden superior "Qué hace falta? Qué más puedo hacer?"
Pensar así nos pone además en una postura infinitamente más poderosa: pasamos de ser producto de nuestras circunstancias a ser ayudantes de Dios, la vida, Yoda o de nuestro ser superior, como queramos verlo.
Pensando así comienzan a llegarnos ideas novedosas, comenzamos a ver oportunidades que no veíamos, comenzamos a colaborar. Y el sol, el viento y los árboles sonríen. Viviendo así comenzamos a recordar quienes somos de verdad. Como Fito. Como Betsy y Cecilia, quienes me inspiraron desde el iPhone. Estoy de vuelta.