Hola Andrea,
Bienvenida a este plano de existencia. Sé bien que has elegido venir aquí en este tiempo con un propósito que sólo tú conoces y también sé que a estas alturas ya lo habrás olvidado. Soy Gustavo, hermano de tu mamá y con el tiempo elegirás decirme Tío Gus, Gus o algo que suene bien para ti.
Sonaría demasiado pretencioso en esta carta de bienvenida decirte que voy a darte consejos. Lo que quiero escribirte son palabras que te ayudarán a recordar, con el tiempo, cosas que ya sabes. Regresa a esta carta cuantas veces quieras porque, al pasar los años, algunas de las cosas que aquí escribo serán más claras y otras irán perdiendo poco a poco sentido.
Antes de comenzar, quiero que siempre tengas muy presente que eres la única dueña de tus emociones y que tienes un enorme poder: el de elegir como sentirte. Eres libre para pensar, sentir y crear y absolutamente nadie puede quitarte eso.
Los que estamos más cerquita de ti nos sentimos felices y afortunados de compartir este tiempo y espacio contigo. Aún así, no nos hagas mucho caso. Lo que podemos explicarte del mundo es solamente el resultado de nuestra percepción y experiencia y tú tendrás que crear la tuya. Sin embargo, es importante que sepas que siempre podrás volver a nosotros. Cuando tengas miedo, dudas, alegrías o dificultades, estaremos para ti. Siempre.
Comenzarás a reír muy pronto. Una vez que lo descubras., no dejes de hacerlo nunca, por lo menos una vez por día. Es un poder enorme y para el que ríe, pocas cosas serán difíciles. Sé curiosa. No te detengas cuando se trate de explorar, tocar, sentir, oler o probar. Ensúciate todo lo que sea necesario, juega todo lo que quieras, mójate siempre que sientas ganas y explora tu mundo, el cercano y el lejano. Tu cuerpo te fue dado para experimentar y no hacerlo es el peor de los desperdicios.
Una vez que comiences a preguntarte, no dejes de hacerlo. Pero no preguntes porque sí, pregunta para recordar. Todo lo que necesitas saber para vivir en este plano ya lo sabes, lo irás recordando poco a poco. Por ello, no cuestiones a los demás, sólo haz las preguntas y luego escucha con atención. Siempre habrá una voz dentro de ti que te dará las respuestas que necesitas.
Respeta todas las formas de vida, observa y aprende de ellas, todas tienen algo que enseñarte sobre ti misma. Aprende a escuchar con atención sus sonidos: el viento, el agua que corre, las aves, los insectos y el latido de tu corazón. Todos ellos tienen más que decirte que lo que podamos decirte los de afuera.
Crecerás y lo nuevo se convertirá en cotidiano, pero procura ver siempre las cosas como la primera vez que las viste y asómbrate, asómbrate y agradece por cada respiro, por cada mirada, por cada alimento y cada caricia. Agradecer te hará más feliz, más completa, más humana.
Aprende a respirar profunda y pausadamente desde pequeña. Siente el aire entrar por tu nariz y el cosquilleo de la vida llenar tus pulmones. Con el tiempo te hará falta regresar a este ritmo y te dará gusto recordar la paz que se siente al hacerlo.
Del amor ya sabes todo, pero aprenderás a darle los nombre que le damos los que ya estamos aquí. Ten siempre presente que nadie es tuyo y no eres de nadie, sólo compartimos tiempo y espacio libremente. Expresa tu amor profundamente siempre que sientas las ganas de hacerlo, nunca te lo guardes. Las emociones que se guardan, como el agua que se estanca, se echa a perder (ya aprenderás de esto, pero quise darte un adelanto).
Baila y canta. Mucho, a diario y estés donde estés. Bailar y cantar es dejar que tu cuerpo platique con el Universo y si pones atención cuando lo haces, encontrarás que tu mundo te hace guiños a cada instante.
Conforme crezcas y aprendas más cosas, levántate siempre preguntándote "¿Qué cosa nueva puedo hacer hoy?" y busca alguna. Si haciendo algo nuevo además puedes ayudar a alguna persona, quien quiera que sea, tu día habrá valido la pena. Somos invitados a la fiesta de la vida y los buenos invitados siempre preguntan que más pueden llevar a la fiesta.
Hay tres cosas que entre más pronto te ocurran, mejor: equivocarte, enamorarte y perdonar. Seguro la primera con la que te toparás será equivocarte y si recordaste muy bien lo que es amar, es probable que no tengas que perdonar.
Regresando al equivocarse, es la única manera de aprender. No permitas que nadie te quiera hacer creer que equivocarse está mal. Conocerás un mundo de maravillas: aviones, computadoras, televisores, teléfonos...y todas esas cosas maravillosas son el resultado de miles de equivocaciones. Entre más rápido te equivoques, mejor, porque aprenderás más rápido a solucionar problemas.
Sobre enamorarte, sólo puedo decirte que ocurrirá y te pondrá emocionada y nerviosa y te aterrorizará al mismo tiempo. Cuando ocurra, recuerda que veniste a la vida a experimentar, respira profundo y experiméntalo a fondo. Lo que ocurra después es irrelevante, disfrútalo como la primera vez que te mojes. Y recuerda algo: todo lo que necesitas ya lo tienes.
Y el perdón...el perdón está hecho del mismo amor con el que veniste. Sólo que en este planeta olvidamos ese amor por todos los seres con frecuencia y entonces, algún día, sentimos que alguien fue injusto, que alguien dejó de amarnos o nos hizo daño. Si un día llegas a pasar por ahí, sólo tienes que recordar que tú y el otro no están separados: son dos partes de la misma cosa. Agradece por tenerlo en tu vida y dale un abrazo, un beso o una palabra cariñosa y deja que la paz los una de nuevo. (Ah, no es fácil, pero es tan poderoso como reír).
Te preguntarás alguna vez si eres bonita. Puedo anticiparte algo: eres perfecta. No hay más que saber, no hay más que decir. Y así como tú lo eres, todos alrededor lo son, cada uno a su manera. Eres perfecta porque estás viva y la vida es belleza.
Después de todo, el tiempo siempre seguirá pasando. Crecerás, irás a la escuela, tu cuerpo cambiará, te enamorarás, elegirás una profesión o algo a que dedicarte y aceptarás responsabilidades (nadie sabe bien que es eso, pero así les decimos). Lo que sea a lo que te dediques, que sea algo por lo que puedas mantenerte despierta y te llene de alegría. Te será fácil reconocerlo, te lo aseguro. Una vez que lo sientas, sigue haciéndolo sin titubear.
Después de un buen tiempo, si así lo decides, tendrás hijos. Y sentirás de nuevo la emoción y el terror como cuando te enamoraste (no será la misma, pero son emociones) y querrás crear el mejor de los mundos para el nuevo invitado. Entonces te sugiero que vuelvas a esta carta. No es porque tenga todas las respuestas, es sólo que, seguramente, recordarás algunas de las tuyas y querrás compartirlas, libremente, con amor, con aquél o aquélla al que llamarás hijo o hija. Y si no, regresa un día a estas palabras. Lo que de aquí te haya servido ya no será mío, será tuyo. Y cada quien habrá cumplido su parte, querida mía.
Te amo.