Dicen que Hipócrates dijo "Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento". Yo ni estaba ahí ni me consta, pero lo creo porque Hipócrates era muy de decir cosas así. Para el tema que hoy me pone a escribir,
querid@s mí@s, yo refrasearía "Que tu trabajo sea tu pasión y tu pasión sea tu trabajo". Me queda claro cuando veo a Bailarín y a muchos de mis amigos artistas, que pertenecen a esa raza que de verdad trabaja en lo que ama. Algo así lo he repetido desde hace mucho tiempo pero hoy más que nunca creo que es cierto. Y lo creo porque ando un tanto como loco, después de aceptar la propuesta de una de las empresas para la que ya había trabajado. Porque hoy me queda claro que aquí me voy a retirar. Porque me queda claro que, gracias a esta chamba y a la otra, me retiraré a los cuarenta años. Porque, a pesar de que me están pagando muy bien, no lo estoy haciendo por el dinero, si no por el placer de construir.
Los que siguen este blog (si es que alguien lo hace) sabrá que casi todo el año pasado me dediqué a desarrollar un negocio de mercadeo en redes en Xango. Es mi trabajo, es algo serio y es algo que me apasiona. Siempre me habían gustado las ideas del mercadeo en red, pero nunca había emprendido un negocio con seriedad. Cuando se puso en el camino en el momento correcto, la necesidad hizo el resto. Y comencé a hacerlo con la idea de ganar mucho dinero y de poner en práctica muchas teorías de desarrollo personal. Sin embargo, a seis meses de iniciar el negocio, mi verdadera motivación son el reto de hacer algo diferente y el ayudar a la gente a desarrollarse y cambiar su vida para bien. Exacto, suena muy idealista. Por eso es justamente que lo hago! Porque soy un pinche wey idealista, entonces el trabajo en el que mejor me irá es áquel que me apasione y que represente un reto para el cazador de molinos de viento. Y, cosa curiosa, una vez que entendí eso, llegó la otra oferta de trabajo, la que me da mucha tranquilidad económica en lo que mi negocio de redes crece. Pero más aún: la chamba llegó como la oportunidad de terminar algo inconcluso. No están ustedes para saberlo ni yo para contárselos pero hace años, cuando salí de la Universidad, anhelaba trabajar para DuPont. DuPont fue la segunda empresa para la que apliqué cuando llegué al DF y me bateó bien sabroso cuando ya había casi llegado al final del proceso. Resultó que terminé trabajando para Praxair a quien tantas cosas le agradezco. Peeeero, un año después, me llamaron de DuPont para unas entrevistas. Yo todo emocionado dije que sí, fui a las entrevistas, a los grupos de trabajo en los que detectan a los líderes y todas esas mamadas. A lo largo del proceso, fui detectando que la actitud de entrevistadores y empleados era bastanta prepotente. Era como "esto es DuPont y muchos quisieran estar aquí". Pa' no hacérselas más larga: zas, que me quedo! Pero después de un proceso tan tedioso, de sentirme en medio de un ambiente que no me gustaba, en la última entrevista, el tipo me preguntó
- Y...dado el panorama, qué le ofrecerías a DuPont?
- Yo creo que nada, porque no voy a aceptar su propuesta.
¿A qué viene todo esto? Ya ni me acuerdo..ah sí: a que la otra cosa que traje mucho tiempo metida en la cabeza fue trabajar para una empresa mexicana que fuera una chingona en su área. Claro, ahí estaban Telmex, Cemex y hasta Miguelito. Pero no, la vida me puso aquí, donde estoy hoy, que son de los mejores en lo que hacen (ya les platicaré) y me dió la oportunidad de terminar lo que comencé hace casi cuatro años con ellos y que dejé por una oferta en lo que me ofrecían no era otra cosa más que dinero.
La famosa vista de mi oficina
Pero no es todo. Esas no son mis únicas chambas. Esta este blog, la chamba que más he descuidado últimamente. También está Mesa para 9, que no he descuidado tanto. Y aunque dicen que el que sirve a varios amos con alguno queda mal, creo que si esos varios amos tienen el mismo rostro de la pasión, lo único que puedes esperar es quedar bien con todos. Y...no sé. Cuando alguien me mira aliviado, emocionado o sonriente, después de haber compartido llanto, de escuchar o de dar un mensaje que aclara la mente, cuando alguien cree que hice algo bueno y me dice "gracias", tiendo a contestar "No hay nada que agradecer, ésa es mi chamba, la de deveras". De verdad no sé, pero me da por creer que es así.