1.14.2010

Ocho cuadras y de regreso

Va sin imágenes, para ver si de verdad soy bueno en el oficio.

Cuatro cuadras de ida y el jardín de Santa Lucía

¿Somos de las ciudades o las ciudades son nuestras? En realidad las creamos para sentirnos unidos, protegidos, poderosos. Las creamos para afianzarnos más a la tierra, de quien tanto nos hemos separado. Pero, al momento de colocar la primera piedra, ellas comienzan a crearnos, a hacernos a su manera, a cambiarnos. Estamos, al fin, hechos de la misma tierra de la que hacemos nuestras ciudades. Las creamos nosotros, los de hoy para que ellas se encarguen de crear a ellos, los de mañana. Algunas se mantienen serenas e inmutables, orgullosas de lo que fueron y de lo que queda de lo que fueron. Entonces se vuelven eternas. Y los que en ellas viven, casi todos, lo saben y lo ostentan. Se están volviendo eternos por añadidura. Los entiendo y por eso la respiro con fuerza, la miro con atención, la huelo con esmero, la paladeo con calma. Toda ciudad se lo merece, pero algunas se lo merecen más que otras. Si vives así cada ciudad, puedes volverte sabio más pronto.


El templo de la Compañía de Jesús

Me encanta persinarme. Dios sabe que lo hago por respeto a la hermosa mística creada para explicarlo, no por él. Porque nos llevamos a mentadas. Porque su bendición es esta brisa fresca, que hace murmurar a las plameras. Su bendición es la vista de este templo iluminado y tu sonrisa. Y tu bendición caerá esta noche sobre mi rostro extasiado, blanca y espesa.


Ocho cuadras de regreso

A veces me da por restarle mérito a los poetas y a los trovadores porque, de quién es el mérito: del artista o de la ciudad? ¿No será que al verla tan bella, que al vivirla tanto, uno se llena de ella y las palabras de piedra transmutan en versos y el sonido de sus calles en poesía? ¿Has llorado al sentir una ciudad? Es su pulso. Sientes que se hincha tu pecho y luego un temblor de esos chiquitos recorre toda tu piel y se te sale por los ojos. Como con las canciones. Como con los poemas.

No te creas tanto, Mérida, no eres la única.



(Demonios y aluxes, me gusta!)

6 comentarios:

Jaime Rivera dijo...

Ay, qué padre. Me dieron ganas de ir.

Y sí, es muy interesante eso de que si la ciudad son las personas o el espacio físico. Y como terminas diciendo, creo que un poquito de las dos cosas.

Noé dijo...

Fue en Mérida, específicamente en la catedral y al ver el crucifijo que en ella se encuentra, donde alcancé a ver cuán pequeñito es uno en realidad, y sin embargo cuánta diferencia puede hacer en la vida propia y en la de quienes están alrededor. Hallé un pasado, para comprender este presente y ver el futuro ya no con miedo, sino con emoción.

Unknown dijo...

Se ve que te va bien en la ciudad blanca aunque la quieres traer cortita, para que no se crea. ¿Y cómo va el business? ¿Ya estás aclimatándote? Pregunto por qué no sé si hace calor o frio. Ub saludo

Gus dijo...

Jaime:

Siempre es rico visitarla. Está en mi top ten de ciudades para retirarme, así que en cuatro años veré cuantos votos le doy. Somos ciudades.

Noé:

Que rico encontrarse las raíces, no? Para fortuna mía, siempre las he tenido a la vista.

fritzio:

Frío, de hecho y bastante para tratarse de Mérida, pero eso no le quita lo bonita.

Abrazos varios.

Unknown dijo...

Bomba!....somos de las ciudades, y cuando somos de ellas, se nos dan por completo para que podemos decir que nos pertenecen, Así es el amor de ciudad.

Gus dijo...

Piel de ciudad...

Voy sin dirección, quiero dejarme iir...
Soy pasajero, yo voy donde quiero y no pueden detener mis pasos...


Bueno, algo de Reik me tenía qe gustar, no?