3.30.2009

PRECAUCIÓN: CONTENIDO EMOCIONALMENTE PELIGROSO

Urgente, urgenteeeeee! De acuerdo con comentarios recibidos en fechas recientes, este blog ha sido considerado por algunos como de alta peligrosidad emocional. En otras palabras, hay quien lo lee y sufre reacciones emocionales adversas y peor aún: quien evita leerlo por temor a sufrirlas.

Gooooei, pero si lo aquí expuesto es lo más inofensivo del mundo. Entren a otros blogs pa' que vean lo que puede revolverle el estómago hasta al más calado. Pero bueh...puede que en este su blog de confianza y en Todos los besos encuentren cosas que, si son entes cercanos a este su servidor, puedan generar ecos inquietantes en sus imaginativas mentecitas. Una vez aclarado el punto, prometo postear más seguido.

Besos en sus narices de bola.

3.19.2009

Para Lucía en su cumple

A mi mamá le gusta el color azul cielo.

La primera vez que le regalé flores cuando era niño, pasé horas intentando encontrar flores color azul cielo para ella. Cuando me di cuenta de que no había en el mercado flores con ese color, opté por comprar unos crisantemos blancos pintados. No se hasta la fecha si le gustó recibir flores pintadas de azul durante varios años, pero supongo que era el hecho, no el color lo que le agradaba. Desde entonces, casi todos los años recibe un arreglo floral de mi parte. Y presume a la familia y los amigos que siempre recibirá uno de su hijo mayor, no importa donde me encuentre.

Físicamente me parezco mucho a mi padre, pero con los rasgos ligeramente más finos. Ésa fue la aportación de mi madre. Y hasta hace poco creía que era la única. Entonces descubrí que uno de mis rasgos más distintivos también lo heredé de ella: mi sonrisa. Mi mamá es una mujer que no ríe mucho ni todo el tiempo, pero cuando ríe el día se ilumina. Su risa es clara y limpia y contagiosa. Y su sonrisa es hermosa. Y procuro provocársela cada que puedo.

He sido el confidente de mi mamá y eso me gusta. Como también me gusta darle masaje en la espalda y que me de besos en la mejilla. Y todavía hoy me duermo a veces acurrucado a su lado mientras me hace piojito. Espero que la vida sea generosa y me de la oportunidad de acariciar y besar sus manos cuando ya estén muy arrugaditas. Y estirar su piel y decirle que se ve como de< face="trebuchet ms" color="#33ccff" size="5">

Feliz cumple, ma!

3.12.2009

Cuando me dicen mi amor

Una de las entradas que había pensado subir hoy era sobre las perreadas. Pero eso puede esperar. Hace unos minutos platiqué con mi mamá, mi hermana y mi papá por teléfono. Como mi papá está enfermo, casi no podía hablar, así que la mayor parte de la conversación fue con mi madre. Y al despedirse me dijo algo, que me sigue poniendo la piel chinita después de tantos años: "Que tengas buen viaje, mi amor."

Es tan dulce cuando la mamá de uno le dice a uno mi amor con cariño, que creo que es imposible permanecer indiferente. En mi caso particular, que mi mamá no es exageradamente expresiva, casi siempre lo es conmigo y ése es un gran regalo de vida. Y me puse a pensar en cuantos "mi amor" de verdad nos mueven.

Una de las muchas canciones de Eugenia León que es muy significativa para mi se llama "Cuando me dices mi amor". Desafortunadamente no está el video en la web y no se los puedo compartir, pero la letra dice:

Déjame rozar tus labios
déjame besar tu boca,
todo aquello que provoca
cuando es justo, es necesario.

Necesito de tus besos
porque son una delicia.
Por favor hazme justicia
o mejor: hazme feliz.

Humedece mi raíz
para ser naranjo en flor.
Dame un trago del licor
que destilas en tu boca,
el que de tus labios brota
cuando me dices mi amor.

Esta canción significó mucho para mí y para alguien muy especial. También para alguien no tan especial cuando me dejó. El punto es que de verdad tu día puede cambiar cuando alguien especial te dice mi amor, sea tu padre o madre, tu pareja, novio, amante o hasta un amigo. Las palabras son sólo palabras, pero cuando nos damos en ellas, tienen poder.

A ti, todavía te estremece escuchar que alguien te dice "mi amor"?

3.11.2009

Vuelta de tuerca

No tengo luz en casa!!! Yo insisto en que toooodos los trámites deberían eliminarse y deberíamos tener un chip que pasaramos por estaciones lectoras en el súper y de ahí se descontaran todos los servicios de la cuenta en la que tengamos dinero. Pero mientras eso ocurre, tendré que seguir sufriendo como jotita vanidosa sin espejo que la refleje.

En fin, el caso es que debido a la falta de energía eléctrica en mi choza y a la sobra de trabajo en la oficina, no había escrito nada en este su blog. Y vaya que había que escribir! Más aún tomando en cuenta que en el último post mi vida se había quedado como telenovela en capítulo de viernes.
Pues resulta...que el maldito No-me-despierto-aunque-se-caiga-el-mundo Combariza SÍ estaba en mi casa. En el momento en que, perrito en mano, me disponía a salir a buscar un cerrajero, Ricardo gritó desde dentro mi nombre (y quién más podía ser, tarado? la PGR?) y me abrió. Dadas las circunstancias, mejor reí y comencé a platicarle mi drama. Me dijo, como todo buen amigo dolido porque un cabrón le hace una trastada a su amigo, que no le llamara y que "a la chingada". Me dolía, pues pensé que Bailarín era un wey con más amor que miedo y además su vibra siempre estuvo muy en orden, pero pensé que sería lo mejor. Fui a desayunar con Combi y su novia, que me cayó de webos y de regreso me quedé un rato dormido con Kabaí al lado. No se cuanto tiempo después me desperté decidido a prepararme algo de comer y a sentarme a ver la tele comiendo helado (Si, queridos míos, no sólo las neoyorkinas histéricas y las gorditas londinenses lo hacen). Entonces sonó el teléfono.

Claro, era Bailarín. Me preguntó que iba a hacer y le contesté que a comer y tal vez después salir a caminar. Me contestó "No, ve a casa. Y llévate al perrito." Por supuesto que me hice del rogar y después de cuatro segundos y un "Está bien, allá te veo" colgué.
Fui más tarde a casa de Bailarín, bien en guapito para que viera lo que se estaba perdiendo (aunque eso se nota a simple vista) y bueeeh...bueh! El señor llegó de su ensayo con una actitud entre distante y apenada. Le pregunté a que se había debido su actitud de la noche anterior y sin darle mucho tiempo a responder me lanzé a decir que SíhabíasidounaidiotezdemipartenodecirleaGrandotequeyateníanovioperonohabíaencontradoelmomentopara
hacerloymehabíadadopenaporelniñoperonoteníanadaqueverconél.
Lo que siguió es de antología. Bailarín se me quedó viendo con cara de sorpresa, me dijo que eso no le importaba y que ni había puesto atención al chavito y que yo sabía bien por qué se había enojado. Con la cara de sorpresa ahora en mi rostro, pregunté de inmediato "De qué hablas?" y la respuesta ha sido lo mejor en años: "Pues de que venías drogado, Said". Imaginen ustedes mi cara de enojo, sorpresa y risa toda en una. La escena regresó a mi mente en un flashazo y recordé mis palabras: "Estoy out". Y entendí todo de una vez. Y Bailarín seguía "Lo que más me molestó es que no tenías ni una hora de haberte ido" y "Yo se muy bien lo que quiero, Said y eso no lo quiero". Paren las prensaaaaaaaas!

Perdí la cuenta de la cantidad de veces que le dije pendejo a Bailarín cuando aclaré el malentendido. También confirmé mi teoría de que su miedo había sido más grande que su amor. Pero el miedo no era el de que le fuera infiel, el miedo era de que yo fuera adicto! Yo! Hacía tiempo que no me reía así con una confusión. Le dije que el hecho de que nos hubiéramos conocido con una tacha encima no significaba que fuera mi menú de cada fin de semana. Le aclaré que lo único que traía esa noche encima era ketorolaco y agua y que Grandote me había llevado porque es muy buena persona y..ya! No drogas, no, no era posible que fuera tan weeeeeey! También le aclaré que a mi lado necesitaba un wey POR LO MENOS igual de seguro que yo y le repetí otros cuantos "pendejo" antes de abrazarlo y besarlo. Qué más puede uno hacer con una criaturita así?

Al final, descubrí que Bailarín sí tenía por lo menos una característica de los bailarines: el drama. Descubrí también que los amigos están cuando los necesitas, no precisamente cuando quieres que estén. Y confirmé algo que ya sabía: no importa cuan claras puedan parecer las evidencias, siempre vale la pena escuchar a la otra parte.

3.02.2009

Más pronto cae un hablador...

...que un cojo, decía mi abuela. Pues así es esto del abarrote: ayer escribía sobre ser el más feliz del mundo y hoy en la mañana me sentía Gabriela Roel, porque ya no creo en los hombres. Ni en los amigos, ni en nadie.

Aquí va la historia: ayer en la noche salí un rato al antro con Grandote. Ustedes no sabían de Grandote, pero bastará decir que es un chico que me encanta como persona pero, para variar, comencé a gustarle de otra manera (pero me di cuenta ayer, gracias) y sumado a eso (imbécil de mi) no me animé a decirle que ya tenía novio, porque se me hizo ojete decírselo estando en Zona Rosa, viniendo él de Coapa, donde la mujer es guapa y...Momento! Primero es importante aclarar mi condición física. Resulta que ayer saqué a pasear a Kabaí con correa for the very first time. No entraré en detalles, pero baste decir que atravesamos corriendo una calle, la correa se atravesó en el camino de Kabaí, Kabaí se atravesó en el mío y...zas! Musculoquito perdiendo el glamour por un lado, perrito llorón rodando por el otro y público de un café atónito ante la escena. Inmediatamente después y sin perder lo sexy (todo mundo vio el resorte de mi 2xist cuando me agaché, seguro) saqué a mi perro de abajo de la camioneta donde se había metido y levanté mi actitud del suelo. Nomás que la actitud traía de regalo un dolor en la pierna derecha que no se me quitó hasta varias horas y dos ketorolacos más tarde. Con estos antecedentes, entenderán la clase de suplicio doble que significó una invitación a bailar por parte de alguien muy lindo que no sabían que tenía novio. Y escribo "tenía" por lo que ocurrió después.

Lo que ocurrió después fue que fui con Grandote a Lipstick y no aguanté bailar más de 15 min. Después estuve parado en un pie, con una cara de dolor evidente y terminé por decirle que ya no aguantaba más. Y claro, Grandote, justo como yo no quería, se ofreció a acompañarme a casa de Bailarín. Yo pensaba que Bailarín ya estaría en esos momentos en el antro preparándose para su show, pero nueve cuadras y más dolor de pierna después, la vida tenía otros planes. Llegamos a la entrada del edificio de Bailarín y zas! en ese preciso instante va saliendo. Supongo que mi cara de sorpresa mezclada con dolor fue de antología. "Estoy out" le dije a Bailarín. Él, con su peor cara de molestia, contestó "Sí, eso veo" se despidió y se fue aprisa. Grandote con cara de tristeza/asombro/nosequehacer sólo se despidió y me dijo que me cuidara la pierna. Y yo, encabronado y frustrado por mi alto grado de estupidez, subí a dormir, a esperar a Bailarín que no llegó si no hasta las cinco de la mañana y nunca contestó mis llamadas.

Hoy en la mañana le hablé y no contestó. Me despedí y tampoco lo hizo, así que entendí que no tenía nada que hacer ahí, tomé mi perro y mis cosas y me fui a casa, sin saber que había pasado en realidad.

Por otro lado, le había dado las llaves de mi depto a Combariza, que venía de Monterrey y no tenía donde quedarse. Bueno, pues ¿por qué no? comencé a marcarle a su celular para decirle que ya iba rumbo a casa y celular apagado. Marqué a casa y nadie contestó el teléfono. Llegué a casa cargando perro, juguetes de perro, camita y un corazón hecho nudo y nadie salió cuando toqué el timbre. Nadie abrió tampoco cuando toqué como loco la puerta. Sí, claro, para eso están los amigos: para dejarte colgado afuera de tu propia casa. Ni hablar, no hay serotonina ni dopamina que puedan con algunas cosas.

El más feliz del mundo

Insisto e insistiré en que produzco más dopamina y serotonina que el común de los mortales. Tal vez creerlo sea sólo una manera de reafirmar mi individualidad y sentido de unicidad, pero de verdad lo creo. O tal vez tengo razón y mis estados de felicidad prolongada son el resultado de una sobreproducción de compuestos químicos en mi oganismo. El caso es que, sea cual sea el motivo, soy un wey feliz y hoy, como diría Caridad Esperanza Valentín, es uno de esos días perfectos.

Y podría parecer que no tengo muchos motivos: no tengo un varo (literal), Peperrín no da señales de querer pagarme la lana que me debe, en las oficinas de la Comer no me recibieron (por eso voy al súper) y mi cche está fallando. Pero me siento el hombre más feliz del mundo. Tengo vida, aire para respirar y todas las veces que le he sonreído a alguien el día de hoy me han devuelto la sonrisa. También tengo a Kabaí, que me enseña a diario que se puede ser feliz si uno tiene agua, comida y algún juguete. También está Bailarín, que es el compañero de ruta más honesto que uno pudiera pedir. Y me veo bien guapito con mi traje gris y mi corbata rosa. Y los totopos de este California están de webos. Sip, soy El Más Feliz del Mundo.

El mundo es lo que imaginamos. Tú, querido lector, que tan seguido te sientes El Más Feliz del Mundo?