Son las nueve y quince de la mañana. Bailarín y yo tomamos asiento en la fila O del CUC. Hoy comprobé que me ama, porque se levantó a las ocho de la mañana para acompañarme. Y ZorritoOjosAzules también puede decir que lo quiero mucho, porque accedí a venir sólo porque se trata de él. Y accedí pensando que venía a ver una presentación de sus alumnos. Pero esto es justo lo que parece: un festival de fin de cursos. Sí, justo lo que le hacía falta a nuestras vidas.
El showcito comienza y veo que por lo menos han puesto empeño y creatividad en la producción (léase han sangrado las carteras de los papás). Comienzan con un número tan olvidable que ya lo olvidé. Después aparece la niña que estaba vendiendo quesadillas...no, esperen es Pocahontas, cantando "Colores en el viento". Le vendría mejor seguir con la venta de quesadillas. Ahí si habrá quien le compre lo que hace.
Es entonces que aparecen ellos. Comienza a sonar "El ciclo sin fin", de El rey león y aparece Zasú, revoloteando por el escenario. Al poco tiempo, comienzan a avanzar gacelas, cebras, leopardos y toda clase de fauna africana. Y me pregunto que demonios hago despierto en sábado a las diez de la mañana, llorando como un tonto, mientras el teatro se convierte en una cascada de aplausos. Maldigo a Zorrito y a su legión de pequeños tiranos.
Pero tienen más: unos números después aparecen montones de peces, sí, peces en el escenario! Nunca vi en que momento lo llenaron de agua, pero ellos flotan felices. Y detrás de una también olvidable Ariel aparece Sebastián, el cangrejo, cantando "Bajo del mar". Esto no se le hace a un amigo. Por eso odio a los bastarditos, porque te roban las lágrimas con la misma facilidad con la que les quitas un dulce. Me doy cuenta de que muchos actores de teatro (y conozco a bastantes) quisieran tener la pasión que Sebastián proyecta en el escenario.
El numerito avanza y no se con que cantidades millonarias en producción el escenario se convirtió en un bosque con ardillas y otros bichos y después en un castillo con una vajilla parlante. Y veo a Tontín, el enano, colarse en otro cuento para desaparecer cuando no reconoce a unos ratones. Y me sumo, para no desentonar, a los aplausos que hacen temblar el teatro. Por eso no tengo un hijo. Si los ajenos me provocan estas cosas, no quiero ni pensar que pasaría con uno propio.
Termina por fin el numerito. Pinche Zorrito. Le envío un mensaje de texto:
Para esto me haces levantarme a las 8 de la mañana en sábado?
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Pues hazlo más seguido!
Nos tenemos que ir, porque vamos al hospital a ver a un primo. Esta madrugada nació su segundo hijo. Sí, otro pequeño tirano. ¿Qué cosas, no?
5 comentarios:
Jaja
Qué curado con Pocahontas!!! tan mal lo hizo?? En fin, veo que te produjo sensaciones ambivalentes el show :p Saludos al nuevo tirano y gracias por tu comentario en mi blog, me alegra que te haya gustado. Saludos!!!!
Noé:
En realidad el show todo me divirtió mucho, pero la ironía es buena amiga.
Por cierto, tengo familia en Reynosa. Son todos muy alegres y buena onda. Así que si te sientes solito, les puedo dar tus datos o darte los de ellos y ten por seguro que tendrás nuevos amigos allá.
Sale y vale
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