10.07.2009

Una generación de viejitos tarados


Los amorosos bailan.
Mueven sus cuerpos con los ojos cerrados,
se besan en la boca aunque no se conozcan, 
se acercan, se tocan.

White Party. El antro es el vd+, pero podría ser cualquier otro de los alojan fiestas del circuito defeño. Esto que veo me recordará algo que ha estado en mi mente por meses y que se convertirá en palabras adentro de mi blog. La escena no es lejana a la imagen del purgatorio que imaginaba cuando leía La Divina Comedia: cuerpos que se contorsionan, con la mirada perdida. Cuerpos en los cuerpos, música, sudor, oscuridad interrumpida.

Los amorosos le sonríen a todos,
abrazan a todos, quieren a todos.
La droga del amor es la más fuerte.

El lugar está lleno entre lo lleno. La música electrónica hace vibrar oídos, cuerpos y consciencias. Estoy contento, me encanta bailar. La noche apenas comenzó y soy todavía un tuerto en un país en el que la ceguera avanza velozmente. Tuerto. Todavía. Pronto nos encontraremos, nos reconoceremos, nos acercaremos. Llegamos al centro de la pista y vemos a Zosi. A los pocos minutos hace el truco que tan bien le sale, con el enorme cariño que le caracteriza: un beso fugaz que deja una pastilla con sabor amargo en mi boca. ¿Es con cariño? En unos minutos mi playera comienza a estorbarme.

Los amorosos están en celo,
liberan el celo, viven su celo.
El calor libera los demonios del cuerpo.

Comienza el espectáculo. La gente se pone eufórica. Soy danza. Comienzo a sentir más calor y un pensamiento me atraviesa fugazmente: hay mañana? Para la mayoría parece que no. Mañana la MDMA habrá hecho su tarea, dañando algunas áreas del cerebro y afectando la capacidad cognitiva. Para los que la usan frecuentemente, los daños serán irreversibles. Habrá un mañana, por más que no quieran llegar a él. Ese mañana estará lleno de lagunas mentales, de problemas para comprender y expresar ideas complejas y con una alta probabilidad de desarrollar mal de Parkinson. ¿Qué le contarán a sus sobrinos y a los hijos de sus sobrinos estos hombres de cuerpos esculturales dentro de 20 años? Tal vez parte de las muchas cosas que han vivido, tal vez las pocas partes que recuerden bien, tal vez soy el único que piensa en ello ahora. Probablemente estaremos ante la primera generación de memoria muda. Probablemente/El pensamiento me abandona tan fugazmente como llegó. ¿Por qué pensé eso? El calor sube por mi nuca, me siento relajado, contento.


Los amorosos se apoyan.
La mejor manera de evitar caer

es recargarse el uno en el otro.

Estoy caliente, muy caliente. Lo beso, me besa apasionadamente. A webo que me puedo coger al que quiera, siempre ha sido así. El sudor escurre despacio por mi torso desnudo. Es increible sentir mi cuerpo. Mi entrepierna hierve. Sonrío. ¿Hay un mañana? Pendejos. No estoy libre de pecado, pero esto que pienso tampoco es ninguna piedra.


Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos...

5 comentarios:

Noé dijo...

¿Qué será de estos amorosos? Lo que hayan sembrado, supongo...Interesante el rumbo que tomaste en este post.

Carlos dijo...

Hey hey, muy bueno..creo que has complementado un tema que me ha traido ocupado ultimamente... jeje me agradó

Unknown dijo...

que miedo…de verdad uan generación muda….aunque si no tienes nada que decir, para que abrir la boca…no tanto miedo entonces.

Gustavo Thomas dijo...

Me gusta siempre reencontrar las palabras de Sabines, aún en una interpretación bastante alejada de aquello que él creo se refería. Siempre es inevitable el uso de la poesía en un ser sensible y sensato, como tú mi querido Gus, más ante el estímulo de aquella noche. Gracias por narrar la experiencia más allá de las simplezas que otros utilizan.

Gus dijo...

Amigos:

La inspiración de Dante y del buen y cachondo maestro Sabines se le cuelan a estos ojos que no ven como otros ven, jeje.

Es un tema que de verdad preocupa, aunque los involucrados son quienes menos piensen en él.

Gus, si ves, sólo la última estrofa es verdaderamente una estrofa de Los amorosos. Pero era inevitable no pensar en ello al ver a esos amorosos del antro. Por mi parte, sólo me pongo más cachondo y con más ganas de bailar.

Puede que tengas razón, Toño, tal vez no tengan mucho que decir.